El Estrés y el Asma

Es estrés es un desencadenante común del asma. El estrés y la ansiedad a veces te hacen sentir sin aliento y pueden causar que tus síntomas de asma empeoren.

No puedes evitar estrés; es parte de la vida diaria. No obstante, el desarrollar maneras efectivas de manejar tu estrés y aprender cómo relajarte pueden ayudarte a prevenir la falta de aliento y evitar el pánico.

Aquí tienes unas cuantas maneras de manejar el estrés:

Aprende a cambiar los patrones de pensamientos que te producen estrés. Lo que piensas, el cómo lo piensas, lo que esperas, y lo que te dices a ti misma a menudo condicionan el cómo te sientas y lo bien que manejes los niveles de estrés según vayan aumentando.

Reduce los estresantes (causas del estrés). Identifica los mayores estresantes en tu vida: problemas de dinero, problemas de relaciones, profunda pena, demasiadas fechas límite, un horario demasiado ocupado, y falta de apoyo. Si no puedes resolver estos estresantes tú solo, acude a ayuda profesional para los problemas que no puedas abordar por ti mismo.

Intenta evitar las situaciones que te crean estrés. Practica una técnica efectiva de manejo del tiempo, como delegar cuando sea apropiado, poner prioridades, yendo a tu propio ritmo, y tomando tiempo libre para dedicarlo a ti mismo.

Practica los ejercicios de relajación. Los ejercicios de relajación son fáciles de realizar y combinan el respirar hondo, soltar la tensión de los músculos, y aclarar los pensamientos negativos. Si practicas estos ejercicios regularmente, puedes usarlos cuando te sea necesario para aminorar los efectos negativos del estrés.

Los ejercicios de relajación incluyen la respiración con el diafragma y los labios fruncidos, las imágenes, frases repetitivas (repetir una frase que provoca una relajación física, como por ejemplo "Relájate y Suéltate), y relajación progresiva de los músculos. Existen disponibles muchas audio casetes comerciales y libros que enseñan estas técnicas.

¡Haz ejercicio! Es una manera excelente de quemar todos los efectos acumulados del estrés.

Duerme lo suficiente. Si no estás durmiendo bien, tendrás menos energías y menos recursos para sobrellevar el estrés. El desarrollar buenos hábitos de sueño es muy importante. Aquí tienes algunos consejos:

No te vayas a la cama hasta que estés cansado.
Desarrolla unos rituales específicos para la hora de irte a la cama y síguelos.
Si tienes problemas para dormir, no mires la TV, leas, o comas en la cama.
No hagas ejercicios o actividades agotadoras inmediatamente antes de irte a la cama.
Evita la cafeína.
No te eches la siesta.
Vete a la cama y levántate a la misma hora todos los días, incluyendo los fines de semana.

Sigue la guía nutricional recomendada. La comida basura y el azúcar refinada son bajas en valor nutricional y altas en calorías y te dejan sintiéndote sin energía y perezoso. Limitar el azúcar, el café, y el alcohol pueden estimular tu salud y reducir el estrés.

Delega las responsabilidades. Una sobrecarga de estrés suele resultar por tener demasiadas responsabilidades. Puedes liberar tu tiempo y disminuir el estrés cuando delegas responsabilidades. Toma un enfoque de equipo e involucra a todo el mundo en compartir la carga. Intenta aplicar estas técnicas en tu casa o modificarlas para que encajen con tu situación en el trabajo:

Haz una lista del tipo de tareas que supone el trabajo
Toma el tiempo necesario para enseñar a alguien el cómo hacer el trabajo o la tarea específica.
Asigna responsabilidades a una persona en específico.
Rota las obligaciones desagradables.
Da instrucciones claras y precisas con fechas límite.
Sé agradecido; deja a la gente saber que estás contento con un trabajo bien hecho. Deja que los otros hagan el trabajo de su propia manera.
Abandona el ser un perfeccionista.

Busca el soporte de tu familia. El soporte de tu familia y amigos es muy importante. El soporte social es el único parachoques más importante contra el estrés. Aquí tienes algunos consejos que les puedes dar a tu familia o amigos cuando te preguntan cómo pueden ayudar. Tu familia y amigos pueden:

Ayudarte a permanecer tan activo e independiente como sea posible.
Darte soporte emocional.
Ayudarte con las tareas de la casa y con la compra del supermercado y otros recados que sean necesarios.
Aprender lo que puedan sobre tu afección y tratamiento que te han recetado atendiendo las visitas a los médicos contigo.
Darte ánimo y ayudarte a seguir tu plan de tratamiento que te hayan recetado.

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